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La memoria. Una vez me falló y lloré. No quiero olvidar el pasado, pero no tengo por qué recordar constantemente. Hay cosas más interesantes. Viajé hasta el pasado para pedirle una tregua en el presente.
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De pequeños jugábamos en la calle y ahora sólo es sitio para los coches. Chillábamos de alegría y nadie nos regañaba. Y no hace tanto de aquello. Recuerdas, ¿verdad? Preguntábamos por lo que estaba pasando, en gerundio (bendito gerundio prohibido), y nos echábamos una risas que se multiplicaban con el eco. Otra vez el eco. Ves, siempre fue importante. Y no lo creo, lo afirma la vida, que siempre se creció al multiplicarse por las montañas, con subidas y bajadas, o viceversa, o más allá de ella.
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En el metro escribieron esto y nadie se paró lo suficiente para disfrutarlo.
Que la vida iba en serio
uno empieza a comprender más tarde.
Como todos los jóvenes,
yo vine a llevarme la vida por delante. /Gil de Biedma
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